La política, y por tanto los
políticos, han modificado su estilo para ganarse al electorado. Hasta hace
pocas fechas había existido en los políticos una cierta actitud artificiosa e
impostada, pero permitiendo siempre un margen para manifestar algo de VERDAD.
En la actualidad la proporción
postureo/verdad se ha ido decantando hacia el lado del vendedor profesional de un tipo de persona que
solo busca aprobación; y resulta tan ficticio y artificial que en el caso de
algunos políticos llega a ser algo patológico.
Los asesores de imagen han
sustituido a los asesores de ética, y el hecho de averiguar cuán poco hay de
VERDAD en nuestros dirigentes es un auténtico ejercicio de adivinanza: un
verdadero jeroglífico.
Y entre la élite de estos
políticos que transitan por el mundo están nuestros actuales gobernantes.
“Encantados de conocerse”, todo es un culto a la duplicidad y a la doblez. Sus
gestos y vocabulario son una pura apariencia. Se impone la impostura acunada
por la ideología de una manera tan acusada que alguno hasta corre el riesgo de,
en algún accidente, encontrar la verdad.
Y este mensaje ya ha calado con
total acierto entre la ciudadanía que ya da por hecho que entre los actuales
políticos instalados en el Gobierno, mentir es lo más frecuente y está aceptado
por todos.
Durante el confinamiento que
hemos, y aún estamos padeciendo, los miembros de este gobierno que padecemos se
han mantenido fieles a esta “nueva política” disimulando y disfrazando la verdad y en la mayoría de
los casos mintiendo sin ninguna vergüenza o rubor.
A día de hoy, 27 de mayo 2020, en
España son 27.117 los fallecidos (sin contar con el más que fuerte rumor de que
la cifra sobrepasa los 45.000). Y con esta elevadísima cifra de muertos
nuestros actuales políticos en el gobierno, intoxicados por el poder y con una
obsesión enfermiza por ese postureo enfocado a mantenerse en el poder, han dado
un salto cuantitativo que, en mi consideración, les aleja del más mínimo
concepto moral y/o ético.
Y ese cambio definitivo y
definitorio ha sido la forma y manera aparecer cada uno de nuestros ministros
en las innumerables ruedas de prensa para dirigirse al país. Y a la cabeza:
Pedro Sánchez.
Olvidando todos y cada uno de
ellos -y ellas- el más mínimo signo exterior de duelo, han evidenciado una
falta de empatía para con una ciudadanía inmersa en una tragedia en la que
muchas familias se han visto dramáticamente afectadas. Quién no ha perdido a un
familiar, se ha visto privado de algún amigo. A pocos son los que en esta
tragedia no les ha rozado el dolor.
La impostura teledirigida desde
un despacho ha tratado de minimizar tanto el dolor que no parece casual que en
todas las comparecencias ningún ministro haya aparecido con corbata oscura y que
todas las ministras hayan lucido sus más llamativos vestidos veraniegos
pletóricos de colores.
En este punto estamos: negociar
con el dolor y trivializar con los muertos es una estrategia más de estos
personajes. Hoy la ideología y “lo que conviene” justifica la actitud ante la
muerte y el dolor. Y esa táctica de minimizar la muerte define a los
personajes y pone las cartas boca
arriba: VALE TODO.
¿alguna duda?
Basta con comparar estas dos
fotos: la primera corresponde al 24 de octubre del 2019, fecha de la exhumación
de Francisco Franco, en la que representando al Gobierno acudió la por aquel
entonces Ministra de Justicia, María Dolores Delgado.
La segunda corresponde a la
comparecencia de la actual Ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, el 2 de abril del
2020, fecha en que compareció ante la prensa para explicar el funcionamiento
de los ERE media hora después que
Fernando Simón hubiera anunciado el número de muertos de aquel día: 877.
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