martes, 30 de junio de 2020

"el destino mezcla las cartas, y nosotros las jugamos" Arthur Schopenhauer





La frase que se encuadra entre los múltiples pensamientos que pertenecen al genial filósofo del siglo XIX Arthur Schopenhauer, está de rabiosa actualidad.

Y es así, porque la presente vivencia política, nos ha conducido a un pasaje en donde el voto considerado moderado y conservador no resulta del caminar paralelo de los 5.019.869 votantes del Partido Popular junto a los 3.640.063 votantes de VOX; la suma, 8.659.932 electores, es la única forma de cambiar ese destino que por otra parte maneja de manera tan hábil el tándem Pedro Sánchez/Pablo Iglesias enfrentando y crispando un día sí y otro también. 
El electorado de izquierdas, irónicamente autoproclamado “progresista” (porque nada hay más sarcástico que considerar progreso colocar a las compañeras de lecho como ministras o acomodar a amigos en puestos especialmente creados para ellos, y pasar a nominarse el uno “acérrimo feminista” y el otro “inmaculado presidente”) ha manejado muy bien esa separación y ese distanciamiento entre ese más de 8 millones y medio de votantes con una base de valores y filosofías de vida análogas y semejantes. Como no podía ser de otra forma, entre   8.659.932 de votantes, de personas, la coexistencia sólo tiene un camino: el entendimiento. La izquierda actual, de base tan anticuada y trasnochada, ha encontrado un punto de unión perfecto entre personajes tan dispares como Margarita Robles e Irene Montero: el odio a la derecha, táctica que se está presentando como algo eficaz y válido para mantenerse estratégicamente unidos aún habiéndose abonado a una amoralidad y un indecoro miserable.

Los 8.659.932 votantes “odiados” viven, vivimos, en una inconveniencia que empieza a no ser asumible. El destino de las cartas de este juego llamado democracia, al día de hoy, está manejado con bastante más habilidad por el fullero tándem Pedro/Pablo; y así estamos en la paradoja de que nuestros votos los dirigen la pareja Sánchez/Iglesias que con demagogia al más puro y diáfano estilo populista y con instinto enfermizo de poder, enfrentan y crispan a todo y a todos…y a todas. Mientras ambos instalan la violencia y la convulsión en el ambiente, ellos sobreviven, entre escándalos continuos, en el acomodado marco de una derecha dividida y distanciada. Un ejemplo reciente y reiterativo: Pedro Sánchez hace tiempo que abandonó un mínimo lenguaje constructivo o de debate en el Congreso de los Diputados y al dirigirse al PP se limita a lanzar un único mensaje: ”o conmigo o con la ultraderecha”; y a VOX le obsequia con risas y soberbia desbocada con el acompañamiento instigador de la domada y fiel Adriana Lastra.

Ante este panorama toca elegir y crear un ambiente compensado y equilibrado entre los 8.659.932 votantes. Sólo cercanos y dependientes se podrán defender valores comunes incuestionables e innegables que nos unen: una educación libre, una separación de Poderes (legislativo, ejecutivo y judicial), libertad de pensamiento y recuperación del derecho a disentir dentro de una convivencia de personas diversas.

Entre las tantas y tantas perversidades que están manejándose e instalándose en esta nueva normalidad de sociedad me resulta especialmente triste y lamentable el papel de la mujer, permanentemente instalada en una demanda de “solas y borrachas…, destinos profesionales directamente ligados a sus dotes amatorios…, y objetos de “deseos de azotes”.

Toca elegir y unir fuerzas.

Nuestras cartas son Macarena Olana, Cayetana Alvarez de Toledo, Ana Pastor y/o Lourdes Méndez Monasterio entre tantas y tantas mujeres preparadas, firmes, valientes, dignas y fuertes. Son 4 elegidas al azar entre cientos de miles.
Y nos toca, desde las redes sociales, ayudarnos a entender una sociedad de la mano de estas MUJERES para poder exigirles después a nuestros gobernantes que asuman la enorme responsabilidad de jugar nuestras cartas.

Si no vemos unidas a estos 4 ejemplos de MUJERES, tendremos durante mucho tiempo a las Irene Montero, Adriana Lastra, Isa Serra o Dolores Delgado.

PD: hace escasas fechas tuve a bien, o mejor a mal, presenciar el desprecio y la soberbia con la que Irene Montero, flamante Ministra de Igual Dá, se dirigió a una chica joven, 28 años, Diputada de las Cortes por Vizcaya por el Partido Popular, de nombre Beatriz Fanjul.
En un momento dado Beatriz Fanjul, harta de tanto desprecio, altanería y arrogancia, cortó en seco con un “yo soy la portavoz del Partido Popular en la Comisión de Violencia de Género. No soy su hija, ni su hermana, ni su amiga”. Mereció la pena observar el rostro de la Ministra, por una vez sola y sin el amparo de su macho alfa.
De nosotros depende tener en unos años a MUJERES como Beatriz Fanjul o a mujeres como Irene Montero  en el Gobierno.




1 comentario:

  1. Son hasta mucho más guapas las de derechas; aparte de muchísimo más preparadas, serías, cultas y formales. No hay color!!!

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