martes, 25 de agosto de 2020

insultando con total impunidad

 

El nivel de insultos e improperios sube hasta niveles totalmente inimaginables.

Por si alguien tenía dudas, el vicepresidente “investigado Iglesias”,  lo corroboró el 7 de julio en rueda de prensa desde La Moncloa junto a otros ministros: “hay que normalizar el insulto”.

Y ciertamente, esta vez es de las muy pocas ocasiones en que alguien del gobierno no miente.

Así que por lo tanto nada punible por parte del alcalde de Valladolid, Óscar Puente, en su declaración en twitter del 23 de agosto haciendo referencia a Isabel Díaz-Ayuso: “conviene recordar que a esta impresentable la mantiene Ciudadanos en el poder. Es una incompetente y de dudoso equilibrio mental. Un peligro para la Comunidad de Madrid y por ende para las Comunidades que la rodean”.

Ausente una contundente respuesta del P.P., sí ha habido particulares que se han mostrado indignados con las palabras del tal Puente; y a esas enfadadas reacciones el alcalde ha contestado 24 horas después “que se vaya Isabel Diaz-Ayuso a comer un bocata de calamares”.

Por supuesto nula reacción de los grupos feministas, ¡¡¡139!!! registrados en la actualidad con subvenciones de naturaleza “jo tía”, que deben de estar de vacaciones.

Los que tenemos amistades en Valladolid conocemos de las andanzas de este muchacho, Óscar Puente, que llamó la atención de Pedro Augustus Sánchez, cuando el 30 de abril del 2013 nos brindó otra intervención bastante miserable: “el P.P. recorta miles de millones en dependencia y nos obliga a tener hijos deformes”. Y digo “llamó la atención” porque un tiempo después, el protector del investigado Iglesias le comunicó con estas palabras que le nombraba portavoz de la ejecutiva federal del psoe: ”mi plan es que tú seas la voz del partido, porque entiendo que ERES UNA PERSONA QUE APORTAS CREDIBILIDAD, PORQUE TE EXPRESAS MUY BIEN”.

No es de extrañar que al toque de corneta de Iván Redondo/Pedro Augustus Sánchez, acudan todos los ministros, ministras y demás folclóricos a aplaudir al césar. Imaginar a cualquiera de estos personajes tan insignificantes e inferiores haciendo algo diferente a aclamar a su amo entra de lleno en el mundo de la fantasía y la utopía.


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