miércoles, 25 de noviembre de 2020

"seré la peor pesadilla...de los que quieren meter mano en los bolsillos..."

 

Hace un tiempo fui testigo de una anécdota que paso a relatarles: un alumno de unos 13, 14 años de un colegio de Madrid, apareció al final del primer trimestre con 6 suspensos de las 8 asignaturas posibles. Al día siguiente de la entrega de las calificaciones, el centro recibió una llamada de la madre del alumno solicitando una reunión urgente con la dirección, tutor y algunos profesores encargados del hijo. Conocíamos por algunos antecedentes que la señora en cuestión mostraba siempre un perfil belicoso hacía todo aquello que “perjudicara” al hijo. De forma que se procedió a  preparar la reunión acudiendo a la cita con todo tipo de  información que avalaba la justicia de los 6 suspensos. Todavía tengo en mi memoria la imagen de estupor y sorpresa de las personas que acudimos, cuando tuvimos que escuchar las reivindicaciones de la señora que amenazó a todos los allí presentes con todo tipo de acciones legales SI NO BAJABAMOS LA NOTA A LOS QUE HABÍAN OBTENIDO SOBRESALIENTE.

Para entendernos: la señora madre de aquel pobre chaval “nos hizo un Rufían”.

El 10 de noviembre de este 2.020 sonaron todas las alarmas en el Gobierno catalán; una concentración convocada por la restauración en Barcelona, avanzaba por las calles céntricas de la capital catalana al grito de “queremos una Ayuso”. Al término de la misma, el muy conocido chef Albert Raurich, militante activo del independentismo catalán, manifestó en una rueda de prensa estas palabras textuales: “siento envidia de la gestión de Isabel Díaz-Ayuso en la Comunidad de Madrid. Allí se defiende la restauración; acaba de haber un acto en apoyo al sector y pronto celebrarán en Madrid la gala Michelín en defensa de la gastronomía. A nuestros gobernantes en Cataluña no les importa nada lo que nos pueda pasar”. Y es que Madrid ha ideado un sistema de ayuda a autónomas y negocios en general, rebajándoles y facilitándoles el pago de impuestos. 

La reacción del siniestro Rufián, diputado del congreso de los diputados por la formación independentistas ERC (Esquerra Republicana de Cataluña), no se ha hecho esperar: dos semanas más tarde ha comunicado su condición indispensable para apoyar los presupuestos generales para la instauración del Comunismo en España y promocionar al aspirante a Presidente de la República Pedro Sánchez: acabar con la política de impuestos en la Comunidad de Madrid.

Lo más que sensato, sencillo y solidario hubiera sido establecer una reunión de trabajo entre Comunidades y de esta forma copiar un sistema que está salvando a pequeños empresarios, camareros y sectores indirectos afectados. Pero el retorcido Rufián lo ha  convertido en un despliegue de rencor con el socorrido lema de “defendemos a los trabajadores frente a la ultraderecha”.

Y lo peor de toda esta nueva política no es el rencor de algunos personajes hacia “otros españoles”; lo más triste es el aplauso y la buena acogida que la maldad institucionalizada y organizada tiene en La Moncloa con la consigna clara y transparente de TODO VALE con tal de mantenerme en el poder.

Media hora después de las declaraciones del perverso y afectado Rufián, escuchamos en un programa de máxima audiencia a la Presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid: “seré la peor pesadilla de los que quieren meter la mano en el bolsillo de los madrileños para sufragar los costes de los que quieren acabar con España”. En medio de tanto miedo al poder, a la estigmatización que sufren las mujeres (machismo acrecentado ahora más que nunca por la triple alianza Sánchez-Iglesias-Rufián) y al terror del acoso que sufren los osados que disienten, escuchar a Isabel Díaz-Ayuso hablar tan claro, me hace todavía confiar en la democracia.

Nos queda la duda de ver la manera en que el Estado va a defender a los que democráticamente votaron a Ayuso y a Almeida frente a los que, habiendo votado a Puigdemont y a Colau, pretenden a golpe de decretazo cambiar lo que elegimos los ciudadanos.



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