El 16 de julio del 2020 ha sido
para los españoles una fecha significativa en el calendario: se celebró en
Madrid el Funeral de Estado por ALGUNAS VÍCTIMAS de la Covid /19 en el Palacio
Real.
No viene al caso opinar sobre la
ceremonia en sí. La magnitud de la tragedia está por encima de cualquier
opinión política. La validez que debe de destacarse es la solemnidad del acto.
Con que se tratara de homenajear a una única víctima ya bastaría para guardar
una actitud respetuosa; si se trata de una celebración para recordar a los
28.416 fallecidos según datos del Gobierno, el respeto sobrecoge aún más. La
aflicción es enorme cuando lo que se rememora son los más de 45.000
fallecimientos que en realidad juzgarán la historia. Desde uno hasta 45.000
fallecidos, el respeto es un deber que va más allá de las ideologías. Respetar
significa decoro, silencio y formalidad.
Nadie en su sano juicio puede
equivocarse en las formas y el atuendo para un acto de este tipo. Sólo se me
ocurren dos motivos para meter la pata: el primero desconocer la ocasión del
evento y el segundo tener una desvergüenza, indecoro y falta de respeto solo
comparable al deseo de desafiar y polemizar.
Si a este impudor unimos que los
protagonistas son altísimos cargos de la Nación el resultado da estas cinco
imágenes que adjuntamos al escrito de hoy.
La del combinado de colorines
modelo Aladín (Disney) es la Presidenta del Senado, Pilar Llop; y la del
deleitoso traje que descubre unos cuidados muslos es la Presidenta del Congreso
Meritxell Batet que más parecían dirigirse a una entrevista de trabajo a la
residencia de Galapagar del Vicepresidente Pablo Iglesias que a un Funeral de
Estado. Y ya que estamos con el Vicepresidente, llamó igualmente la atención el
traje de “corte elegante e impecable” que parecía más bien un préstamo de
última hora del ropero de Pedro Sánchez.
Recién aterrizada de Fene, su
pueblo natal, la Ministra de Trabajo Yolanda Díaz también lució palmito con un
modelito muy propio de los calores de estas fechas, que en su caso debían ser
más intensos por las cifras de votantes que obtuvo Unidas Podemos en la muy
bella localidad gallega: 177 votos.
Extenderse en estos cuatro
personajes no merece la pena. Sí, creo, es oportuno resaltar un matiz: no es
inconveniente una u otra ideología para guardar decoro. Son las personas con
sus gestos los que se definen. Pilar, Meritxell, Yolanda han dejado de manera
patente y transparente lo que les importan los muertos. Pablo Iglesias no es un
caso nuevo: el traje va muy acorde al personaje que al principio de la pandemia
se arrogó la responsabilidad de las residencias de ancianos y desapareció para
no volver a aflorar hasta el día que advirtió a Isabel Díaz-Ayuso de las
consecuencias penales que podía tener… la actuación de ésta en la gestión de las
residencias.
Con todo, y aunque parezca
imposible, Fernando Simón supera los límites de la provocación. Y en este caso dirigida a vivos y muertos. Su mascarilla de tiburones trasmite la imagen que la propia
Carmen Calvo definió al término de la ceremonia:
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