Harwey Weinstein es, era, un
productor de cine que fundó en 1.979 las productoras Miramax y The Weinstein
Company.
Ambas productoras se convirtieron
en poco tiempo en referentes del cine y los mejores directores, actores Y
ACTRICES trabajaron en una y otra.
En octubre de 2017 varias mujeres
acusan a Weinstein de acoso y abusos sexuales acaecidos en los últimos 40 años.
Entre ellas Gwynwth Paltrow, Asia Argento, Mira Sorvino y Angelina Jolie. Lo
siguiente es conocido: nace el movimiento ME TOO, en donde miles de mujeres
denuncian haber sido víctimas de acoso sexual, que en muy pocas semanas se
convierte en viral.
Harwey Weinstein fue condenado
por abusos sexuales y quedó demostrado que algunas actrices y secretarias que
trabajaban en su entorno sufrieron el acoso de este personaje. El nivel del
asedio a las mujeres variaba. Desde insinuaciones a modo de frases, miradas y
sugerencias hasta exigencias indignas.
Todo ello propiciado por el poder que el productor tenía para promocionar y/o
destruir cualquier posibilidad de triunfar en el mundo del cine según fuera la
acogida que las mujeres tenían a sus propuestas. Blanco y en botella: abuso de
poder para obtener favores sexuales.
Las mujeres denunciantes fueron,
y son consideradas en la actualidad, auténticas heroínas del movimiento a favor
de la lucha de las mujeres. Y no cabe duda que sus revelaciones han logrado
poner al descubierto a un personaje tan rechazable y peligroso como Weinstein.
Más vale tarde que nunca; cierto. Pero más heroínas me resultan a mí aquellas
mujeres que en su momento rechazaron las ofertas de trabajo y tuvieron que
renunciar al éxito en el cine y volver, quién sabe, a trabajar de cajeras en
supermercados (por cierto ocupación más que digna). Parece más “llevadero”
denunciar pasados 40 años y tras haber tenido notable éxito en el mundo del
cine, que hacerlo en el momento de los hechos.
En el juicio se conocieron todo
tipo de escenas escabrosas, grabaciones y conversaciones que dejaban a las
mujeres en situación denigrantes y penosas. Indignó entre las mujeres, y desde
luego también entre los hombres, el socorrido argumento que en varias
oportunidades utilizó la defensa del productor: “el mundo del cine es muy duro
para las mujeres y mi defendido consideró que su manera de proceder con ellas
tenía como finalidad protegerlas”.
Y estamos en España. Año 2020.
Instalado en el Gobierno, y nada
menos que de Vicepresidente, está Pablo Iglesias, líder de aquel Unidos Podemos
que ante la deriva que estaba tomando el movimiento feminista tuvo la astuta
idea de cambiar el nombre de su formación y denominarla Unidas Podemos como
muestra de identificación comprometida con las mujeres. Y es que las mujeres
siempre le han resultado un tema muy cautivador al Vicepresidente de Gobierno
como lo demuestra su interés y afecto hacia todas ellas; y algunas de éstas,
conscientes, han levantado su progreso social, político, laboral y económico
cerca del líder que por otra parte no ha disimulado sus éxitos amatorios.
Y el personaje ya avisaba en sus
tiempos de Erasmus, de donde aquella primera novia, Gemma Ubasart, acabó de
Secretaria de Plurinacionalidad del partido.
Un cierto tiempo después, en el
programa de televisión “La Tuerka” (haciendo un esfuerzo importante al
catalogar “programa” y “televisión” a semejante batiburrillo), una asombrada
Rita Maestre, tuvo que escuchar del conductor del programa, Pablo Iglesias, un
“despiertas miradas lujuriosas; hablaremos de ello más tarde”.
El estilo seductor y embrujador
de Pablo iba mejorando según tenía más poder para colocar, ayudar y/o
promocionar a las personas; y como no podía ser de otra forma, el señor
Iglesias empezó a tener más y más éxito entre las “Unidas Podemos”.
Tania Sánchez, tras caer rendida
ante un seductor chat del actual Vicepresidente “me pondré guapo rubia si vas
de rojo” al que ella contestó con un “me pondré de Caperucita Roja” pasó de
concejal de IU en Rivas a Diputada del Congreso.
Irene Montero, pasó de un “jo
tía” en los supermercados a ministra de igualdad, chale en Galapagar, con piscina,
chófer, escolta y feliz madre de familia numerosa.
Y finalmente la reciente
aparición estelar de Dania Bousselham, compañera de viajes de Pablo Iglesias a
Bruselas, y protagonista de un culebrón de lo más feminista como lo demuestran
los acontecimientos: fotos sexuales, promesas de matrimonio, móviles robados y
múltiples cambios de declaración en los juzgados, fiscales liados con abogadas…;
eso sí, nada de ello la ha impedido acceder a dirigir un medio digital de
reciente creación llamado ¨ultima hora”
en donde, por cierto, tiene de colaboradora a una tal Lilith Vestrynge…
Aquel Unidos Podemos ha ido, por
una parte, sufriendo purgas y decapitaciones motivadas por la afinidad y/o
sumisión al Vicepresidente del actual Gobierno Pablo Iglesias y por otra
asistiendo, de la mano de Unidas Podemos, a un meteórico ascenso laboral y
político de las afortunadas mujeres “protegidas” por el macho alfa.
A día de hoy es necesario
hacernos una pregunta: Cuándo aparezcan las denuncias, ¡que sin duda
aparecerán!, dentro de 30 años por parte de estas mujeres…y
otras…revelando conductas cuanto menos
dudosas e indudablemente machistas, ¿qué responsabilidad tendrán las MUJERES
que desde el ministerio de igualdad o desde las múltiples plataformas defensoras
de las mujeres, en la actualidad permanecen sumisas y calladas? ¿qué
argumentación planteará la defensa del personaje cuando la fiscalía exponga el
deseo proclamado en público por parte del acusado de “querer azotar a la mujer hasta hacerla
sangrar”? ¿qué alegación resultará creíble al hecho de robar, ocultar, y
destruirle el móvil a una mujer de 25 años con el argumento de “necesitaba
protegerla”?
Y lo que es más triste: ¿qué
habrá sido de aquellas chicas que no se sometieron a los encantos del Vicepresidente
y tuvieron que buscarse “sin protección” su carrera política lejos del amparo
del macho alfa?
En cualquier país serio,
responsable y defensor de los derechos e igualdad de las mujeres, este
personaje, Pablo Iglesias, estaría lejos de cualquier cargo público.
En EEUU la fiscalía es
independiente. Y si no que se lo pregunten a Harwey Weinstein. El abuso de
poder, y más si las víctimas son mujeres, es perseguido de manera rotunda y
precisa en el país del “machista” Donald Trump. Mientras tanto en España, según
parece, el país del “feminista” Pedro Sánchez permite tales desmanes contra las
mujeres.
Cualquier parecido entre la
conducta de ambos personajes, Pablo y Harwey, puede ser mera coincidencia y el
criterio queda al buen discernimiento del lector. Lo que no es casual ni una
coincidencia es que uno y otro resultan a primera vista antiestéticos; vamos:
lo que entre los ciudadanos comunes entendemos en lenguaje coloquial como
francamente feos.
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