“el honor de un pueblo pertenece
a los muertos” George Bernanos
Y ese honor a sus muertos es un
débito que un gran país tiene la obligación de asumir: proteger, atender y
cuidar a los fallecidos.
Enhorabuena, pues, a la
iniciativa y realización de la Misa solemne que en la Catedral de la Almudena
tuvo lugar el 6 de julio del 2020 en honor a los más de 41.000 fallecidos por
el covid19.
Pretendió ser un homenaje a las
miles de familias que han perdido a sus seres queridos durante estos tres
últimos meses en circunstancias especialmente dolorosas y lamentables, en medio
de una soledad y tristeza imposibles de definir.
Y esa aspiración de solemnizar el
acto cumplió su finalidad: poner en el centro de atención a los fallecidos.
Y cumplió sus objetivos por el
recogimiento en el ambiente, gracias a la seriedad en la actitud de los
presentes y la proximidad con los familiares afectados; todo ello buscando el
respeto para con los que nos dejaron y la consideración para sus familiares.
Sanitarios, cuerpos de seguridad
del Estado, personal de limpieza y un largo etc. fueron una sola persona
alrededor del recuerdo de los afectados por esta pandemia. Por un momento se
sintió como verdad la frase tan manoseada en estas últimas semanas: “nadie
quedó atrás”.
Las personas más mediáticas
supieron dar por un momento un paso atrás cediendo todo el protagonismo a la
celebración imponente en la Catedral de la Almudena.
Un acto austero, serio, sentido y
profundo en homenaje a nuestros muertos, la mayoría mayores. Un acto auténtico
y de VERDAD.
Hasta los políticos,
acostumbrados a “colocarse” para las fotos y/o estudiar cada gesto en esa lucha
constante por el voto, se limitaron a ESTAR.
A esta concentración voluntaria
de decoro y decencia no se echó a nadie de menos. El Gobierno acudió con un
único representante, en este caso la vicepresidenta primera Carmen Calvo, que,
paradojas de la vida, estuvo, según todos los rumores, muy enferma. Había más
miembros de la Casa Real que la suma de Ministros…y Ministras y asesores del Gobierno.
En esto consiste la “nueva política”: acudir donde conviene y marca el
marketing, nunca donde se debe.
Pero, y sin que sirva de
precedente, esta vez hay que agradecer el desplante de esta izquierda frentista
y permanentemente enfadada con nuestro presidente Pedro Sánchez a la cabeza.
Identificar recogimiento, proximidad, decoro y seriedad con el señor Sánchez
exige un esfuerzo importante. Y así, como no podía ser de otra forma y por fin
por un día sincero, el artificial Sánchez no disimuló su preferencia en asistir
a una comida en Lisboa antes que el justo homenaje a 41.986 muertos españoles.
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