lunes, 20 de julio de 2020

lo que nos da la gana


Mientras Pedro Sánchez mercadea por Europa gestionando el montante de las ayudas económicas a España, lo que en lenguaje accesible viene a ser un rescate, en esta España del desgobierno aumenta la intranquilidad y la preocupación. A los continuos rebrotes relacionados con el covid19 aparecidos por todos los rincones, se suma un creciente baño de realidad en pequeños y medianos empresarios, autónomos y/o trabajadores de todo tipo y condición al sentir en su bolsillo la mentira de aquel “salimos más fuertes”.

Con todo, un estilo extraordinariamente dañino, se está acomodando en esta nueva normalidad: la implantación de un modelo de vida aniñado e ingenuo que está potenciando personas eternamente adolescentes instalados en una felicidad light a la que se accede sin esfuerzo ni sacrificio.
Al terrible descalabro económico que se avecina habrá que añadir algo mucho más pernicioso: el hábito que nuestros gobernantes actuales han establecido entre las personas jóvenes. Esta ingenuidad y condescendencia a la hora de aceptar la tutela estatal supone un campo de minas en el camino del futuro. Si esa sobreprotección cedida a los dirigentes, sea la que sea la ideología, ya supone una peligrosísima cesión a la libertad individual de cada persona, el embolado es mucho mayor si los dirigentes supervisores son personajes como el tándem Pedro Sánchez/Pablo Iglesias.

Con la premisa de que “la sobreprotección a los jóvenes es el mal trato del siglo XXI”, afrontamos un futuro con individuos tiernos, blandos y manejables acostumbrados a aceptar como vida aceptable el lema “birras y porros”. Ese es el gran reto de la gobernabilidad del país en los tiempos que se avecinan: cambiar el chip y reeducar a la sociedad que viene en un espíritu de de trabajo y veracidad de la que carecen en la actualidad.

Este es el legado más terrible y pernicioso que nos va a dejar la pareja mencionada. El ejemplo ha calado muy hondo y la prioridad en las conductas del “me apetece” es la pauta alentada  por un Gobierno que respalda con su comportamiento esta creencia.

El reto más sustancial con el que se va a enfrentar el próximo legislativo va a consistir en conseguir que la ciudadanía nunca acepte casos como los acontecidos este fin de semana: un Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias del Ministerio de Sanidad, recomendando a los ciudadanos no trasladarse a provincias cercanas y llevar siempre mascarillas o una Ada Colau advirtiendo de no salir de la ciudad de Barcelona. Ambos dieron ejemplo de  la prioridad en las conductas del “me apetece”; el primero trasladándose de Madrid a las playas del Algarve gestionando el alquiler de una tabla de surf sin mascarilla y la otra teniendo que reconocer, entre risas de niña de primaria pillada haciendo pellas, que su marido y su hija iban camino de la playa.

Echar toda la culpa a los adolescentes, y menos adolescentes, irresponsables que andan de copas estos días es de una simpleza total. Están simple y llanamente ejerciendo su derecho a hacer lo que “me apetece”.

Deseamos toda la suerte del mundo a nuestro Gecko de Madagascar Pedro Sánchez inmerso en sacar el máximo de dinero a la Unión Europea. Mal lo llevamos si uno de los principales obstáculos viene de un país como Suecia, con gobierno socialista, en donde personajes como Fernando Simón y Ada Colau se habrían visto obligados a dimitir por “hacer lo que me apetece”.

Aclaración: el Gecko de Madagascar, comúnmente conocido como Phelsuma madagascariensis, está considerado como el animal más perfecto en el arte del camuflaje  

  

No hay comentarios:

Publicar un comentario