Dedicar un tiempo a reflexionar sobre el
rumbo al que se encamina nuestra más reciente política causa entre perplejidad
e incertidumbre. Las personas llamadas a ser modelo de dignidad y honestidad,
institucionalizan con sospechosa frecuencia el impudor y la descompostura.
Y nuestros actuales gobernantes rebasan lo
imaginable. Tal es el entusiasmo de las demostraciones de falsedades y vilezas,
y tan frecuentes y persistentes son sus pruebas de embustes que se hace muy
difícil seguirles el ritmo; hay que optar por clasificarlas por su importancia.
¡Qué lejos quedan ya las cuatro mentiras
en escasas 24 horas de José Luis Abalos para justificar su fantasmagórica
reunión en el aeropuerto de Barajas con la segunda de Maduro, Delcy Rodríguez!
…¡o el doctorado de Presidente Sánchez!...¡o el ”jamás pactaré”!... ¿o el “son
casta”!...y un etc etc tan extenso como triste.
Con todo, y superando cualquier previsión,
hay acontecimientos que franquean lo insospechado; es el caso del silencio de
los regidores de la Comunidad Autónoma de las Islas Baleares, la ocultación y
el tejido formado entre ellos para protegerse ante la red de prostitución que
desde hace más de 10 años se producía en los centros de acogida para menores
dependientes del IMAS (Instituto Mallorquín de Servicios Sociales) y que afecta
a más de 25 niñas entre los 13 y 15 años y que incluso afecta ya en los 30
centros de Mallorca y por lo tanto a la casi totalidad de las niñas
“custodiadas”.
Si ya vimos como el marido de Mónica
Oltra, vicepresidenta, portavoz y ¡¡consejera de igualdad y políticas
inclusivas!! de la Generalidad Valenciana fue condenado a 5 años de prisión por
el delito continuado de abuso sexual a una menor de 13 años tutelada por los
servicios sociales del Gobierno Autonómico, este reciente caso de las niñas
prostituidas en Baleares toca los instintos más bajos del género humano.
Este escenario con las niñas tuteladas
prostituidas resulta devastador y define la conducta de esta “nueva política”
que de la mano, en este caso, del feminismo radical, no sólo no condena estos
hechos, sino que incluso los disculpa adoptando sin ningún pudor el grado de
ideologización al que están sometidas obligadas a “mirar para otro lado” puesto
que los proxenetas son de su cuerda.
En este contexto deambulan los políticos
encubridores quedando definidos como auténticos chulos y como
personajes miserables y soeces.
Echando un vistazo a este marco queda
perfectamente definida una sociedad entera que se muestra incapaz de levantar
la voz ante unos hechos tan malvados y perversos.
“En nuestra larga vida como policías nunca
hemos escuchado declaraciones tan duras como las relatadas por estas niñas” son
las primeras manifestaciones públicas de los agentes encargados del caso. Las
niñas, y algún niño, acudían a domicilios en San Gotleu, en Camp Redó y en los
alrededores de la Plaza Madrid en donde una fila de adultos esperaba su turno. Aseos
de bares cercanos en donde hombres y mujeres “probaban” a las niñas y niños,
trasteros en donde se practicaba todo tipo de perversiones.
Esta práctica era conocida por los
“cuidadores”, muchos de ellos colaboradores de esta red y los otros “mirando
para otro lado”, que lo consideraban una
conducta normalizada. El caso salta a la luz cuando una de las niñas aparece en
un hospital con dos costillas rotas como resultado de las múltiples palizas que
recibían.
Pues aún así, el Gobierno socialista de
Baleares y el Consell de Mallorca, presididos por Francina Armengol y Catalina
Claders respectivamente, se niegan a abrir comisiones que permitan pedir
responsabilidades políticas, blindando a estos personajes bajo cuya
responsabilidad estaban estas niñas “disfrutadas” por unos indeseables.
24 de enero, ONDA CERO, 11:15 de la
mañana: Julia Otero pregunta a Irene Montero sobre este caso y la Ministra, la
misma persona que defiende con vehemencia hiperbólica la encarcelación
inmediata del hombre ante la denuncia de una mujer previa a cualquier juicio
y/o pide multas cuantiosas al varón si osa piropear a una mujer, responde: “hay
que ser muy prudentes en este caso…, hay que ser rigurosos y no cometer
errores…”
Presunción
de inocencia acoplada al color y signo del violador
Es el vivo ejemplo de la hipocresía
llevada a su punto máximo.
Sería de una tremenda candidez considerar
que en un futuro no se nos va a exigir como sociedad responsabilidades por conocer
estas tropelías y no EXIGIR consecuencias. Nuestra culpa es muy notable; es la
culpa del que claudica de manera resignada ante el hecho más bochornoso
ocurrido en los últimos años en Europa.
A veces empiezo a entender los más de 15
coches de Guardia Civil que custodian los alrededores de la mansión de
Galapagar, donde por estas fechas se escucha desde el exterior los chapuzones
al lanzarse a la piscina de los propietarios e invitados…
video de la entrevista de Julia Otero a Irene Montero en facebook: lomejorelpueblo
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