El 26 de julio del 2.020 nos
levantamos con una portada del periódico EL PAÍS con el reconocimiento del
Gobierno de la cifra real de los fallecidos por covid19 durante los meses que
van de febrero a mayo. Y digo “reconocimiento”
del Gobierno porque el citado diario actúa como portavoz del Gobierno.
Resulta sarcástico los ataques
que dedicaban los distintos ministros del gabinete Sánchez a la oposición cada
vez que se les instaba a decir las cifras auténticas de fallecidos. “Fachas que
jugáis con los muertos”, “manipuladores”, “inmorales” son unos pocos ejemplos
de los insultos habituales de los obedientes ministros.
Comenzaron con un sibilino uso
del lenguaje utilizando enfermos, fallecidos y muertos en sustitución del
manido “enfermas, fallecidas y muertas”. El marketing feminista por delante de
todo. Siguieron retorciendo las cifras tratando a los ciudadanos, y ciudadanas,
de auténticos idiotas con declaraciones en ruedas de prensa tan miserables como
la que nos obsequió el surfista Simón: “quizá haya algún muerto que se nos
escape porque puede haber acontecido últimamente un accidente de coche
tremendo”…con sonrisa incluida. Y terminaron por tener que reconocer la cifra
auténtica de fallecidos y fallecidas: 44.868; 16.000-18.000 más que la que el
gobierno “manejaba”.
Toda esta historia produce
tristeza, indignación y desprecio. Para este gobierno de Disney mentir,
calumniar e inventar es “cosa fácil” y no supone especial problema.
Sin embargo es momento de
hacernos una pregunta: si las personas que nos gobiernan ocultan, negocian y
juguetean con los muertos ¿qué serán capaces de hacer con los vivos?
“Alerta antifascista” proclamó
hace un año escaso en rueda de prensa nuestro playboy vicepresidente Pablo
Iglesias. Posiblemente esta sea la única verdad que nos ha dicho el tenebroso
personaje. A mí no me cabe la menor duda de que aquí, y antes de lo previsto,
están los fascistas: son los que juegan con los vivos mintiéndoles sobre los
muertos.
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