sábado, 26 de septiembre de 2020

dos tableros

 

25 de septiembre, Pablo Casado en las puertas del Congreso, convoca a la prensa con motivo de las embestidas del vicepresidente del gobierno, Pablo Iglesias, y dos de los ministros del gobierno de España contra la figura del Rey: “si Pedro Sánchez no desautoriza a Podemos, será responsable de la crisis institucional”.

Declaraciones sensatas, adecuadas e idóneas pero que la inmensa mayoría escucha con bastante escepticismo. La pregunta que surge de inmediato es: ¿cómo es posible que palabras tan juiciosas estén desubicadas?

Si el mundo está inmerso en tiempos de cambios profundos y tremendamente complejos, España vive esta mutación sumido en una desorientación peligrosa y expuesta. Ni en alguno de los personajes que aparecen en las novelas de Franz Kafka seríamos capaces de encontrar tal angustia colectiva y tal turbación.

Y es que aquellas personalidades kafkianas reconcomidas, imbuidas de un odio anómalo, son las que están marcando la política de esta nuestra desordenada España.

Ese desorden se manifiesta con amenazadora frecuencia y pone abiertamente sobre el tablero unas nuevas formas de gobernar. Y en esta tesitura, Pablo Casado y el P.P. no encuentran los espacios de diálogo implantados por la pareja Sánchez/Iglesias muy alejados ya de los países democráticos.

Se da la paradoja que las propias declaraciones de Pablo Casado, envueltas de una lógica aplastante y un enorme sentido común, favorecen al binomio Sánchez/Iglesias que están precisamente en eso: provocar una crisis institucional.

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, uno y otro caminando perfectamente coordinados, mandan (que no gobiernan) con hechos constatables y perfectamente demostrables. No solo no los disimulan, sino que presumen de ellos sin ningún rubor ni vergüenza. Ya cabalgan mucho más allá de ideologías; es el poder por el poder, es la demostración cada vez más indisimulada de la supremacía por la fuerza y la implantación despótica de una dictadura de las ideas y las formas.

Veamos: la fiscal general del estado, María Dolores Delgado, comenta con humor y jolgorio como durante una cena, varios compañeros de judicatura abandonan la mesa para “pasar un rato con menores de distinto sexo”; igualmente no duda en calificar como un negocio “de éxito” la creación de un grupo de mujeres encargadas de extorsionar a señores.

Continuemos: una ministra del actual gabinete, declara con absoluta calma en una conferencia la seguridad de que “todos los Borbones acabarán en los tiburones; nuestros recortes ya llegan y serán con guillotina”. Irene Montero, autora de estas palabras, es la “encargada” de velar por las mujeres, calla ante la situación de las niñas menores sufridoras de continuos abusos sexuales tuteladas por la Comunidad valenciana que todavía andan esperando protección y ayuda. Invoca a cortar cuellos mientras es incapaz de auxiliar a la menor de 13 años que sufrió acoso y una brutal paliza por parte de 15 chicas al grito “te jodes por ser hija de un Guardia Civil”. No merece ya ni comentario la anécdota que supone el desprecio hacia las mujeres, las formas por los que la Sra. Montero accedió a su ministerio: ser mujer de… y ser más hábil que Tania Sánchez.

Sigamos: Isa Serra, portavoz del grupo parlamentario con una vicepresidencia y cuatro ministerios, es una señora condenada a 19 meses de prisión por alentar a pegar tiros en la calle.

Y por no extendernos demasiado, no está tan lejos en el tiempo, cuando los líderes de Unidas Podemos, actuales ministros y altos cargos del gobierno, alentaron a emprender a pedradas contra los diputados de Ciudadanos a la salida del Congreso.

Esta es una parte del tablero. La otra porción del tablero la pone este triste PS (partido Sanchista) con un hecho que define a la perfección la catadura de estos bárbaros: hablar de un “comité de expertos” inexistente que “dirigía el funcionamiento de la pandemia” con la demoledora cifra de 50.000 muertos.

Respeto máximo hacia la figura de Pablo Casado, hombre de bien y que transmite serenidad y medida. Pero para el asentamiento de una España que queremos la inmensa mayoría de los españoles, hay que apartar las denuncias judiciales y/o preguntas, discursos en el Congreso de los Diputados para tiempos mejores.

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias hace tiempo que desprecian la fuerza del Congreso o las vías judiciales.

Ahora, Sr. Pablo Casado, toca 50.000 personas alternando dos destinos todos los fines de semana: uno a la calle Ferraz y el siguiente a Moncloa.

Toca aclarar de manera alta y clara que VOX es un partido plenamente válido y seguro socio de gobierno de la próxima España. Identificar a VOX con la derecha radical es no haber salido a dar una vuelta por Europa en donde la derecha quema albergues con emigrantes dentro y asaltan parlamentos cuando “las cosas no vienen como les gusta”.

Si Pablo Iglesias ha dicho esta semana recién finalizada que “la derecha no va a gobernar nunca más” no dude que va a poner todo para conseguirlo. Y en ese todo está ocultar muertos, acabar con la Monarquía y manipular jueces.

Y conviene, señores Casado y Abascal, vayan Vds organizando el país que nos espera cuando, si se vuelve a votar, tienen, tenemos, la fortuna de acceder al gobierno. Ese día tendrán Vds. miles de esclavos incendiando las calles; y entonces será el momento de devolver a las instituciones la fuerza de una nueva democracia homologable con Europa.

Ahora la elección es dictadura o democracia.

Y, desde este humilde blog, una reflexión que anima a ser optimistas: la izquierda radicalizada es muy cobarde. Hay que recordar a  los violentos incendiando las calles en Cataluña que ponían en primera línea a menores y mujeres. Hay que observar la mínima escolta con la que pueden pasear por España Pablo Casado o Santiago Abascal en comparación a los 15 coches de policía que custodian la casa de Pablo Iglesias o la incapacidad absoluta de salir a la calle que tiene Pedro Sánchez escoltado por más de 50 personas, algunos con metralletas.

Siempre, a lo largo de la historia, el cómplice de los cobardes ha sido la violencia y el terror; incendiar las calles y alentar a la masa, escondidos ellos, los amos, en sus viviendas de lujo.     


 

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