sábado, 5 de septiembre de 2020

poco nos pasa...

 

El 21 de julio, y tras 4 días de tensa espera, a España se le distinguió con el dudoso honor de otorgarle el premio al “país más pobre de Europa”. La Unión Europea lo tuvo claro desde el primer día en que comenzaron las deliberaciones, -NO LAS NEGOCIACIONES que en ningún momento hubo-, sobre la cuantía y el montante del dinero a prestar/donar a la indigente España. Pedro Augustus Sánchez, como reflejaron los medios europeos, se presentó sin ningún papel y ejerció como mero disciplinado y paciente espectador.

El aspirante a futuro presidente de la república se presentó a las pocas horas en La Moncloa, en donde se vio “sorprendido” por una clamorosa ovación de sus ministros (y hago especial hincapié en el término “sus ministros” porque a estas alturas es una utopía de difícil digestión considerar a estos ministros “de España”).

Todavía quedarán ingenuos con la idea de que el dinero a entregar a España es gratis y no exigirá contrapartidas.

Y entre esas contraprestaciones hay dos que sobresalen de manera evidente. La primera es que la deuda contraída por España entrampará a los españolitos de a pie hasta el año 2050; y la segunda que la Unión Europea pone como condición es apartar a los comunistas del dinero a repartir. Y es que por esta nuestra querida España todavía queda alguno que desconoce dónde y cómo gestiona el dinero cuando los comunistas lo olfatean y ven cercano.

La primera contraprestación no merece ni un segundo de atención por parte del César; ya pagará el que venga después…

La segunda condición, teniendo en cuenta que su socio prioritario es un comunista de libro,  sería desde luego un problema serio para cualquier persona normal.

La prueba de fuego, para el gobierno será entonces la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado; ahí habrá que dejar por escrito las condiciones y el destino del dinero a recibir para que la U.E. le dé el visto bueno. Pero nuestro gallardo Sánchez se mueve como pez en el agua en negociaciones repletas de embustes y mentiras.

Y la negociación va así:

La aspirante a ministra Inés Arrimadas, lideresa de un partido en modo “sálvese quien pueda”, promete dar su apoyo a Pedro Sánchez a cambio de que desaparezca de la negociación Pablo Iglesias. La idea le hace gracia al presidente y le “concede” una entrevista en la SEXTA.

Pablo Iglesias monta su especial interpretación y en una rueda de prensa llena de susurros advierte públicamente al gobierno de que Unidas Podemos (o lo que queda de ese partido) no es compatible con Ciudadanos.

Al tiempo Rufián, líder de ERC, habla de incompatibilidad total con la ultraderecha que para él es Ciudadanos. De manera paralela, los moderados cachorros simpatizantes de ERC agreden a los diputados Rocío de Meer e Ignacio Garriga de VOX en el Congreso, para ir aclarando a los dudosos quienes son los fascistas. 

Y lo que debería ser un embolado de considerables dimensiones, para el camandulero Sánchez  es cosa pequeña:

al sr. Rufián le obsequia con la mesa de negociación con Cataluña que, como ya es sabido, lleva armándose desde tiempos ya remotos. Pero éste ya tiene su cuota de protagonismo con vistas a las próximas elecciones catalanas en donde defiende su sueldo con enorme interés. Por si se le olvida algo al artificioso muchacho catalán, la ministra María Jesús Montero le despide con un cariñoso “ambos, PSOE y ERC, tenemos un punto en común que nos une: el amor a España”.

La sra. Arrimadas, mostrándose más exigente de lo previsto, es aplacada con una portada en el diario EL PAÍS… aún le queda un poquito de servilismo para acceder a la portada de DIEZ MINUTOS.

Con su socio de gobierno, Pablo Iglesias, las negociaciones se resuelven en una comida entre ambos en donde Sánchez le hace ver que no hay dinero de la UE si él anda de gallito peleón. El asustadizo vicepresidente, acostumbrado desde que accedió a la residencia de Galapagar a tragar con lo que sea, accede a votar con Inés Arrimadas, e incluso a acudir a una reunión con el IBEX 35 para aplaudir a todo el que se mueva y pone una condición:

“el feminismo es mío”. El acuerdo tarda un día en cerrarse; y es que el feminismo es mucho voto. Mientras Pedro Augustus se lo piensa, Pablo Iglesias convoca una rueda de prensa para aclarar las ayudas que van a recibir las familias de los niños confinados en el colegio. Y en esta lamentable rueda de prensa el vicepresidente, por primera vez en 5 años, habla de niños, niños y niños. Durante una tarde pasó al olvido el tan cacareado “niños y niñas”.

Y es que así funcionan las negociaciones entre mentirosos.

Al día siguiente se cierra el acuerdo: el independentista Rufián, la “española” Arrimadas e Iglesias en el mismo barco. 

Y si pensábamos que nuestros políticos habían superado todas las barreras de la desfachatez en la gestión de las negociaciones comerciando con cargos y pasta a repartir, durante estos días la pareja Sánchez/Iglesias se ha superado a sí mismos poniendo sobre la mesa de negociación el control del feminismo.

Poco nos pasa…



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