La actualidad política sufre una metamorfosis que sería motivo de guasa si no se tratara de la realidad de España. Y es que este cambio en las formas, el fondo y, en definitiva, en los hechos que acontecen, están mereciendo más atención en el capítulo de sucesos o prensa rosa que en lo meramente político.
Robos de móviles, novias en las alcobas de Bruselas, fotos íntimas, amenazas a jueces, denuncias falsas y un largo etc que ya sobrepasa los límites de lo mínimamente normal.
La ciudadanía asiste perpleja a un constante barullo imposible de seguir.
Pero este 7 de octubre hemos tenido la ocasión de escuchar y ver una declaración que aporta un nuevo aspecto todavía no explorado por el gobierno: se trata de la declaración oficial y oficiosa por parte de, ni más ni menos, que la vicepresidenta primera del gobierno Carmen Calvo consolidando la idea de que todos los españoles somos idiotas sin solución.
Me explico: ante la pregunta de los periodistas sobre qué opinión le merecían las gravísimas imputaciones de su vicepresidente segundo Pablo Iglesias, soltó esta perla: “es una cuestión que afecta a su persona y no tiene nada que ver con su cargo en la vicepresidencia ni con su papel en el gobierno”.
Dicho y hecho. Chofer que le abre la puerta y para casa.
Entiendo que a partir de hoy los robos de móviles, denuncias falsas o delitos de género que cometa, por ejemplo, un médico solo serán punibles si se realizan en el hospital.
¡Ojo a los camareros fuera de los bares, abogados fuera de sus despachos, arquitectos fuera de sus estudios o profesores fuera de sus centros educativos!
Si ya el presidente de gobierno se había desatado con un “son asuntos de faldas”, llegó Carmen Calvo y, en sus plenos cabales, desveló el nuevo hábitat que nos espera con delincuentes impunes… mientras no delincan en su ámbito laboral.
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