sábado, 31 de octubre de 2020

ajuste de cuentas

 

Una de las últimas medidas que el gobierno, tras innumerables reuniones de los sesudos (y bien pagados) asesores de educación, ha adoptado en relación al bullyng en los colegios ha sido cambiar el término “gordo” tan utilizado por los acosadores. Con mucha pompa y adorno ahora se les debe llamar “niños con cuerpo alternativo”.

Y siguen las reuniones para solucionar el problema del bullyng en los centros escolares.

La realidad es que este gabinete tiene un manejo del vocabulario que, ante la pasividad adormecida de los ciudadanos, le va sacando de más de un apuro.

Propongo, pues, una salida honrosa para definir el último contratiempo en el que el gobierno P.S.O.E.-U.P. se ha metido a cuento de la polémica entre Teresa Rodríguez (actual lideresa del partido Izquierda Anticapitalista) e Irene Montero (ministra de Igual Da).

Vaya por delante que ante este choque de mujeres el que firma este escrito siempre ha tenido más simpatía y respeto por la andaluza. Mi afinidad ideológica con Teresa es nula; sin embargo el respeto es algo que va más allá de las ideologías. La Sra. Rodríguez es profesora de instituto, producto de haber superado una oposición nada fácil; del sueldo que recibe dona una parte importante al partido y su casa, barrio y ambiente de ocio es el mismo que tenía cuando era docente. Me consta que dedica muchas mañanas de los fines de semana a pasear por Cádiz  relacionándose como una más entre los vecinos de esta bella ciudad andaluza.

La ministra de Igual Da, Irene Montero, ni ha superado ninguna oposición, ni dona un euro de sus ingresos ni se “mezcla” con la clase obrera de su antiguo barrio prefiriendo dedicar los sábados al placentero baño en piscina privada.

El último gesto de ingenuidad total de Teresa Rodríguez fue creerse las palabras del marido de la ministra, el vicepresidente Iglesias, en febrero en donde le aseguró que no habría ningún problema ante los deseos de la andaluza de separarse de Unidas Podemos.

Ahondando en el conflicto entre ambas, hemos conocido en escasas 24 horas, que el auténtico problema está en 1.665.933,84 € que tiene que cobrar una u otra. Irene, aprovechando la baja por maternidad de Teresa, se la ha quitado de en medio acogiéndose al más puro estilo comunista del “mando yo y te…”.

A partir de ahí: cruce de mensajes en las redes sociales entre ambas, y las asociaciones más importantes y significativas del feminismo guardando un significativo y prudente silencio… hay muchas subvenciones en juego (aclaración: Yolanda Besteiro, presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas, osó criticar veladamente hace unos meses a la ministra y ha visto recortada su subvención pública en 70.000 €).

Así que la propuesta de este cambio de terminología en la defensa a ultranza de este vasto y cambiante mundo de las reivindicaciones feministas sería cambiar la lucha “a favor de las mujeres empoderadas” dando entrada a una definición más explícita y adecuada a los méritos de la afortunada ministra de defensa. Dejemos al frente de la defensa del empoderamiento de la mujer a Teresa Rodríguez y coloquemos a la ministra al frente del término más inteligible de “defensora de las mujeres empotradas”. Total: entre empoderadas y empotradas solo hay que colocar un par de letras en el sitio adecuado.

PD; el destino de esos 1.665.933,84 € ya está asignado por Unidas Podemos: a los  profesionales de la comunicación y asesores jurídicos.




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