viernes, 30 de octubre de 2020

el miedo como estrategia

 

“Todo en vano”, Walter Kempowski, es una novela que narra el éxodo de los alemanes que huyen hacia el oeste ante el avance del Ejército Rojo desde los ojos de Peter, un niño de 10 años.

Fantástico relato del epicentro de todos los sentimientos de aquellas gentes que huían del odio y la venganza de las tropas comunistas: el miedo. El argumento está localizado en una pequeña ciudad de Prusia Oriental, Mitkau.

Para la historia quedan las más de 2.000.000 de violaciones que sufrieron las mujeres, adolescentes y niñas por parte del Ejército Rojo; los juegos macabros ideados por los soldados…: niñas y sus abuelos desnudos eran obligados a huir por los campos nevados a 15/20 grados bajo cero; los que dejaban de correr eran ametrallados, los que persistían en su carrera morían de frío.

La novela es de una elegancia tal, que sin relatar los hechos concretos, transmite la sensación de pánico en que estaban asentados unos y otros: TODOS.

Y es que el miedo es motor de muchos cambios.

Junio 2016; Pablo Iglesias, aupado recientemente al cargo de vicepresidente del gobierno por el calculador e insaciable César Pedro Sánchez, encuentra un lema idóneo a su campaña electoral: “tenemos que conseguir que el miedo cambie de bando”. En muchos de sus mítines se deja acompañar por su íntimo amigo, Nega, del grupo “los chikos del máiz”; y juntos cantan ante un público enfervorizado las letras de su canciones…” el que siembra miseria recoge bombas lapa”.

Y entonces, por aquel tiempo, España se indigna ante las agresiones de las que son objeto tres chicas en Cataluña que en plena calle hacían publicidad de un nuevo grupo político, VOX. Son insultadas y pateadas. Unidas Podemos no apoya las agresiones, pero no las condena.

Aquella primera agresión tiene continuidad en otras muchas: novias de Guardias Civiles en el País Vasco, mujeres en las manifestaciones del 8M y/o estudiantes acorralados y golpeados en la Universidad en Cataluña. Unidas Podemos cambia aquellos primeros silencios que no condenaban a los agresores; ahora lo justifica.

Las personas de a pie, ciudadanos de España, comienzan a sentir miedo a disentir del pensamiento que proclama Unidas Podemos, un pipiolo grupo político que ya no tiene miedo a autoproclamarse COMUNISTA, ideología prohibida en Europa.

No conformes con esta estrategia de institucionalización del miedo, Unidas Podemos va más allá y manda a sus súbditos sumisos rodear el Congreso. La violencia ya no va dirigida a personas anónimas; el punto de mira son los diputados discordantes con la ideología comunista a los que lanzan piedras y botellas siendo alcanzadas representantes de Ciudadanos. Unidas Podemos avanza y ahora no solo justifica las agresiones, sale a felicitar a los agresores.

Son tiempos de mucho foco mediático puesto en los jueces: el golpe de Estado en Cataluña, denuncias contra miembros de Unidas Podemos o el caso Gurtel. Unidas Podemos intensifica su estrategia y al silencio ante las chicas de VOX agredidas en Barcelona y al apoyo otorgado a los que apedrearon a las diputadas de CS, se incorporan los ánimos a atosigar a los jueces díscolos mientras se les “concede el perdón” a los que condenan a la cúpula del P.P..

Y es entonces cuando Rodrigo Lanza mata a un individuo por llevar unos tirantes con la bandera española. Pablo Iglesias se reúne con la madre del asesino alabando su “lucha contra la opresión”.

“Tenemos que conseguir que el miedo cambie de bando”

Y el 2 de diciembre del 2018 se formaliza sin ningún rubor ni vergüenza esta implantación de la trilogía del miedo institucionalizado: el instigador que señala, los agresores que ejecutan y los agredidos. El miedo se encarga de los demás: silencio cómplice de ciudadanos, medios de comunicación y jueces afines e incluso grupos políticos que mantienen su status de “no señalados” por ser condescendientes con lo políticamente correcto. Ante el ascenso importante del grupo VOX y el fracaso estrepitoso de Unidas Podemos en las elecciones andaluzas, Pablo Iglesias, el amigo de Nega, bendice con un tétrico “alerta antifascista” las futuras agresiones hacia todos aquellos disidentes del comunismo, del mismo comunismo, no conviene equivocarse, que Peter vivió en Mitkau.

Y aquí estamos, cuatro años después de aquel junio del 2016. Con jueces asustados; ciudadanos agredidos y sus agresores aplaudidos; políticos que de manera unánime llaman fascistas a los golpeados, mientras “protegen” a los prudentes; abogados discrepantes acusados de falsos delitos de agresiones sexuales e individuos “profesionales” encargados de importunar con insultos y amenazas a todo aquel que ose pensar diferente.

La propagación del miedo llega incluso a amenazar a pacíficos ciudadanos que desde diferentes plataformas opinan distinto a lo correctamente predeterminado.

Si en cuatro años Margarita Robles o Fernando Grande-Marlaska están gobernando de la mano de Arnaldo Otegui hay que reconocer que el miedo tiene una capacidad de propagación sorprendente.

Tanta tiene que alrededor de la mansión de Galapagar en donde habita el vicepresidente Iglesias, permanecen día y noche 15 coches de la Guardia Civil/Policía.

Por algo será…       


     

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