miércoles, 28 de octubre de 2020

miedo a la calle y a Europa

 

El jueves, 29 de octubre, se va a votar en el Congreso de los diputados la posibilidad de decretar el estado de alarma para los siguientes siete meses. Con la disculpa de la pandemia, Pedro Augustus Sánchez se supera legislando: primero sin tener ninguna responsabilidad sobre las decisiones que se tomen durante ese periodo de tiempo pues delega en las Comunidades Autónomas cualquier iniciativa que se tome, y segundo se niega a acudir al parlamento a debatir con los diferentes grupos políticos alegando que tiene una conferencia telemática con diferentes líderes europeos…; aclaración: la cita con Europa es a las 16.00 horas y el debate en el Congreso es a las 9.00 de la mañana.

Con todo, algo ha alterado las ideas dictatoriales de Sánchez: unos 25 chicos han salido en la madrugada del 27 al 28 de octubre por Sevilla protestando ante esta falta de libertad protagonizando actos vandálicos. Tan exiguo grupo de personas han causado preocupación a este gobierno que parece se está pensando no prorrogar el estado de alarma tanto tiempo. El gobierno Sánchez/Iglesias ya había avisado de su preferencia a la hora de escuchar a los disidentes cuando durante dos meses un par de centenares de jóvenes en Cataluña  provocaron disturbios en la capital Barcelona. Todo lo que estos vándalos pidieron se les ha ido concediendo.

Y es que cualquier gobierno totalitario tiene pánico a “la masa”… a la gente en la calle.

Pedro Sánchez demuestra un día sí y otro también su primer temor: la calle.

El segundo temor que le preocupa es su imagen en Europa, para lo que despliega toda la factoría Disney-Iván Redondo en videos sobre actuados, multitud de pantallas y banderas y aplausos comprados allá por donde pasa.

Si alguien se cree que a Sánchez va a salir de La Moncloa mediante elecciones democráticas está bastante equivocado. A este cada vez más asentado dictador solo le haría sobresaltarse miles de personas manifestándose por las ciudades españolas y un par de broncas en contra en Europa como la que le obsequió Sanna Marin (primera ministra de Finlandia) hace un mes escaso.  



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