viernes, 9 de octubre de 2020

siempre hay una anilla que se desliga

 

Recomiendo para estos días un libro de José R. Ayllón. Es la biografia de Sophie Scholl, joven intelectual alemana de 21 años, única mujer perteneciente a la organización Rosa Blanca, que en los años de la dictadura nazi consiguió el crédito para la historia de provocar la atención y la ira de Hitler. Sophie se granjeó un lugar reservado para los que sufriendo una tragedia prefieren enfrentarse a una situación límite antes que dejarse aplastar dando lo mejor de sí mismo.

El mes de mayo de este 2.020 fue el mes de la desescalada. El gobierno, cada vez más instalado en una postura  de envanecimiento insultante, comienza a premiar a las Comunidades amigas consintiendo el pase de fases combinando criterios sanitarios con criterios políticos. La negociación transita por reglas ligadas a posiciones enfocadas al apoyo a la aprobación de los presupuestos generales del Estado, ideologías o sumisión de los dirigentes de las Comunidades Autónomas.

El sumiso tiene recompensa; incluso el que aplaude obtiene compensación.

La Comunidad de Madrid no es compatible con esta filosofía de veneración impuesta por el sanchismo y demanda sus pases de fases atendiendo a criterios idénticos a los aplicados a otras Comunidades. Ante la insistencia de la desobediente e indócil Presidenta de la Comunidad de Madrid, el “doctor Simón”, epidemiólogo director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, asegura en rueda de prensa que los pases los decide un Comité de Técnicos. No conforme la Presidenta decide recurrir a los Tribunales para que se faciliten los nombres del supuesto Comité y comparezcan para explicar los fundamentos que les mueven a conceder el pase de fase. Ante la vergüenza de tener que acudir a un juzgado a aclarar la coyuntura, el gobierno reconoce que el tal Comité no existe.

La díscola Presidenta ha dado un paso que merece la atención del turbio presidente del gobierno, no acostumbrado a la insubordinación. La maquinaria del cesarismo del Sr. Sánchez comienza una labor de acoso y derribo a la figura de la Presidenta de la Comunidad. La SEXTA, EL PAÍS, TVE1 “invitan” casualmente todos los días a personajes cuyo único mérito exhibido reside en la inquina a Isabel Díaz-Ayuso.

Seis meses después, en octubre, la pandemia vuelve a asolar España. Los ingenuos españoles, pensando que cuando el presidente Pedro Augustus Sánchez les animó a salir para divertirse porque “el virus está vencido y salimos más fuertes” lo decía de buena fe, mordieron el anzuelo.

Más de 40.000 muertos, muchos de ellos ignorados y camuflados por el gobierno de “todos los españoles”, no son obstáculo para un estadista frío y metódico, análogo a otros tantos gobernantes que hicieron del poder y la autoridad el ideograma de sus vidas.

De nuevo los españoles, inmersos en una crisis económica e institucional descomunal, con el vicepresidente Iglesias enfrascado en todo tipo de líos judiciales, y todo el gobierno tapando vías de agua que alertan de la inundación que se nos viene encima, contemplan atónitos a un presidente cada vez más radicalizado y asentado en un pedestal desde el que solo presta atención a aquel que le contradice u osa replicarle. Sobre esos rebeldes descarga, sin disimulo ni vergüenza, toda su ira.

En esa lucha por el control absoluto, Madrid vuelve a mostrarse desobediente. La Presidenta, Isabel Díaz-Ayuso, no parece asimilar el poder y la fuerza de un presidente capaz de echar a un Rey, colocar a una fiscal general del estado para que acate sin rechistar su público aviso de “¿la fiscalía de quién depende?... pues eso”.

Y es que ésta, ante la disposición ministerial dictada arbitrariamente contra los intereses de los madrileños, acude ¡¡de nuevo!! a la Justicia. Y es el Tribunal Superior de Justicia de Madrid quién no solo da la razón a la Comunidad de Madrid, sino que incluso indica con toda claridad la tropelía que suponía la orden ministerial.

Un gobierno como el que preside Sánchez en donde ya se da por normal y natural que el vicepresidente “ordene” al Tribunal Supremo “por donde se deben dictar las sentencias” (y por si queda alguna duda, de manera paralela y casual, sus seguidores amenazan de muerte al juez díscolo), no es capaz de entender que persona o entidad alguna se niegue a obedecer.

De forma que Sánchez, después de pregonar a diestro y siniestro su acatamiento a cualquier resolución judicial, cinco minutos después de conocer la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid envía a la Presidenta Isabel Díaz-Ayuso un escrito en donde le “ofrece” dos posibilidades: la primera obligarla a hacer lo que él dice; y la segunda: en caso de no obedecerle lo va a hacer él.

Y es que así se asientan las dictaduras. Solo hace falta un dictador y muchos sumisos.

Y cuando sale un díscolo, en este caso díscola, se le aplasta con toda la fuerza del poder.

A las horas en que andamos con este escrito desconozco la posición de Isabel Díaz-Ayuso. Pero la intuyo.

En tiempos de imposición de cadenas siempre hay alguna anilla que se desliga. Para el presente no hago apuestas; para el futuro apuesto por Isabel Díaz-Ayuso.



No hay comentarios:

Publicar un comentario